lunes, 18 de abril de 2011

El mensaje de la crucifixión - UCDM -


  

El mensaje de la crucifixión - 

Cristo nos dice...

1. Para los efectos del aprendizaje, examinemos de nuevo la cruci­fixión. No hice hincapié en ella anteriormente debido a las temi­bles connotaciones que quizá tengas asociadas con ella. Lo único que se ha subrayado hasta ahora es que no fue una forma de castigo. No obstante, no se puede explicar nada utilizando exclu­sivamente términos negativos. Existe una interpretación cons­tructiva de la crucifixión que está totalmente desprovista de miedo y que, por lo tanto, si se entiende debidamente, es total­mente benévola en cuanto a lo que enseña.

2. La crucifixión no es más que un ejemplo extremo. Su valor, al igual que el valor de cualquier otro recurso de enseñanza, reside únicamente en la clase de aprendizaje que facilita Se puede entender -y se ha entendido- incorrectamente. Ello se debe úni­camente al hecho de que los temerosos tienden a percibir con miedo. Ya te dije que siempre puedes recurrir a mí para compar­tir mi decisión, y de ese modo hacerla más firme. Te dije también que la crucifixión fue la última jornada inútil que la Filiación tuvo que emprender, y que para todo aquel que la entienda representa la manera de liberarse del miedo. Aunque antes sólo hice hinca­pié en la resurrección, no aclaré entonces el propósito de la cruci­fixión y la manera en que ésta, de hecho, condujo a la resurrec­ción. Ese propósito, no obstante, tiene una aportación muy concreta que hacer. a tu propia vida, y si lo examinas sin miedo, te ayudará a comprender tu propio papel como maestro.

3. Es probable que hayas estado reaccionando durante muchos años como si te estuviesen crucificando. Ésta es una marcada tendencia de los que creen estar separados, que siempre se nie­gan a examinar lo que se han hecho a sí mismos. La proyección implica ira, la ira alienta la agresión y la agresión fomenta el miedo. El verdadero significado de la crucifixión radica en la aparente intensidad de la agresión cometida por algunos de los Hijos de Dios contra otro. Esto, por supuesto, es imposible, y se tiene que entender cabalmente que es imposible. De lo contrario, yo no puedo servir de modelo para el aprendizaje.

4. En última instancia, sólo el cuerpo puede ser agredido. No cabe duda de que un cuerpo puede agredir a otro, y puede incluso destruirlo. Sin embargo, si la destrucción en sí es imposi­ble, cualquier cosa que pueda ser destruida no es real. Su des­trucción, por lo tanto, no justifica tu ira. En la medida en que creas que la justifica, estarás aceptando premisas falsas y enseñán­doselas a otros. El mensaje de la crucifixión fue precisamente enseñar que no es necesario percibir ninguna forma de ataque en la persecución, pues no puedes ser perseguido. Si reaccionas con ira, tienes que estar equiparándote con lo destructible, y, por lo tanto, viéndote a ti mismo de forma demente.

5. He dejado perfectamente claro que soy como tú y que tú eres como yo, pero nuestra igualdad fundamental sólo puede demos­trarse mediante una decisión conjunta. Eres libre, si así lo eliges, de percibirte a ti mismo como si te estuvieran persiguiendo. Mas cuando eliges reaccionar de esa manera, deberías recordar que yo fui perseguido de acuerdo con el pensar del mundo, y que no compartí esa interpretación. Y puesto que no la compartí, no la reforcé. Ofrecí, consecuentemente, una interpretación diferente del ataque, que deseo compartir contigo. Si la crees, me ayuda­rás a enseñarla.

6. Como ya dije anteriormente: "Lo que enseñes es lo que apren­derás". Si reaccionas como si te estuvieran persiguiendo, estarás enseñando persecución. No es ésta la lección que el Hijo de Dios debe enseñar si es que ha de alcanzar su propia salvación. Enseña más bien tu perfecta inmunidad, que es la verdad acerca de ti, y date cuenta de que no puede ser atacada. No trates de protegerla, pues, de lo contrario, creerás que es susceptible de ser atacada. No se te pide ser crucificado, lo cual fue parte de lo que yo aporté como maestro. Se te pide únicamente que sigas mi ejemplo cuando te asalten tentaciones mucho menos extremas de percibir falsamente, y que no las aceptes como falsas justificacio­nes para desatar tu ira. No puede haber justificación para lo injustificable. No creas que la hay, ni enseñes que la hay. Recuerda siempre que enseñas lo que crees. Cree lo mismo que yo, y llegaremos a ser maestros de igual calibre.

7. Tu resurrección es tu redespertar. Yo soy el modelo del renaci­miento, pero el renacimiento en sí no es más que el despuntar en la mente de lo que ya se encuentra en ella. Dios Mismo lo puso allí, y, por lo tanto, es cierto para siempre. Yo creí en ello, y, por consiguiente, lo acepté como la verdad. Ayúdame a enseñárselo a nuestros hermanos en nombre del Reino de Dios, pero cree pri­mero que es verdad, pues, de lo contrario, enseñarás mal. Mis hermanos se quedaron dormidos durante la supuesta "agonía del huerto", pero yo no pude haberme indignado con ellos porque sabía que no podía ser abandonado.

8. Lamento cuando mis hermanos no comparten mi decisión de oír solamente una Voz, pues eso los debilita como maestros y como alumnos. Con todo, sé que no pueden realmente traicio­narse a sí mismos ni traicionarme a mí, y que sobre ellos es donde todavía tengo que edificar mi iglesia. No hay ninguna otra alter­nativa al respecto porque únicamente tú puedes ser la roca de la iglesia de Dios. Állí donde hay un altar hay una iglesia, y la pre­sencia del altar es lo que hace que la iglesia sea santa. La iglesia que no inspira amor, tiene un altar oculto que no está sirviendo al propósito para el que Dios lo destinó. Tengo que edificar Su igle­sia sobre ti porque quienes me aceptan como modelo son literal­mente mis discípulos. Los discípulos son seguidores, y  si el modelo que siguen ha elegido evitarles dolor en relación con todo, serían ciertamente insensatos si no lo siguiesen.

9. Elegí, por tu bien y por el mío, demostrar que el ataque más atroz, a juicio del ego, es irrelevante. Tal como el mundo juzga estas cosas, mas no como Dios sabe que son, fui traicionado, aban­donado, golpeado, atormentado y, finalmente, asesinado. Está claro que ello se debió únicamente a las proyecciones de otros sobre mí, ya que yo no le había hecho daño a nadie y había curado a muchos.

10. Seguimos gozando de perfecta igualdad como alumnos, aun­que no es necesario que tengamos las mismas experiencias. El Espíritu Santo se regocija cuando puedes aprender de las mías y valerte de ellas para volver a despertar. Ése es su único propó­sito y ésa es la única manera en que yo puedo ser percibido como el camino, la verdad y la vida. Oír una sola voz nunca implica sacrificio. Por el contrario, si eres capaz de oír al Espíritu Santo en otros, puedes aprender de sus experiencias y beneficiarte de ellas sin tener que experimentarlas directamente tú mismo. Eso se debe a que el Espíritu Santo es uno, y todo aquel que le escucha es conducido inevitablemente a demostrar Su camino para todos.

11. Nadie te está persiguiendo, del mismo modo en que nadie me persiguió a mí. No se te pide que repitas mis experiencias, pues el Espíritu Santo, a Quien compartimos, hace que eso sea innecesa­rio. Para valerte de mis experiencias de manera constructiva, no obstante, tienes aún que seguir mi ejemplo con respecto a cómo percibirlas. Mis hermanos, que son también tus hermanos, están constantemente justificando lo injustificable. La única lección que tengo que enseñar, puesto que la aprendí, es que ninguna percep­ción que esté en desacuerdo con el juicio del Espíritu Santo está jamás justificada. Mi función consistió en mostrar que esto es ver­dad en un caso extremo, simplemente para que pudiese servir como un instrumento de enseñanza ejemplar para aquellos que, en situaciones no tan extremas, sienten la tentación de abandonarse a la ira y al ataque. Mi voluntad, junto con la de Dios, es que ninguno de Sus Hijos sufra.

12. La crucifixión no puede ser compartida porque es el símbolo de la proyección, pero la resurrección es el símbolo del compar­tir, ya que para que la Filiación pueda conocer su plenitud, es necesario que cada uno de los Hijos de Dios experimente un re­despertar. Sólo esto es conocimiento.

13. El mensaje de la crucifixión es inequívoco:


Enseña solamente amor, pues eso es lo que eres.

14.  Si interpretas la crucifixión de cualquier otra forma, la estarás usando como un arma de ataque en vez de como la llamada a la paz para la que se concibió. Con frecuencia, los Apóstoles la interpretaron erróneamente, por la misma razón que otros lo hacen. Su propio amor imperfecto les hizo ser vulnerables a la proyección, y, como resultado de su propio miedo, hablaron de la "ira de Dios" .como el arma de represalia de Éste. No pudieron hablar de la crucifixión enteramente sin ira porque sus propios sentimientos de culpabilidad habían hecho que se sintiesen indig­nados.

15. Éstos son algunos de los ejemplos de pensamiento tergiver­sado del Nuevo Testamento, si bien su evangelio es, en realidad, únicamente el mensaje del amor. 2Si los Apóstoles no se hubieran sentido culpables, nunca me habrían podido atribuir expresiones tales como: "No he venido a sembrar paz, sino espadas". Esto está en clara oposición a todas mis enseñanzas. De haberme entendido realmente, no podrían haber descrito tampoco mi reacción a Judas como lo hicieron. Yo no pude haber dicho: "¿Traicionas al Hijo del Hombre con un beso?" a no ser que hubiese creído en la traición. El mensaje de la crucifixión fue precisamente que yo no creía en la traición. El "castigo" que se dijo infligí a Judas fue un error similar. Judas era mi hermano y un Hijo de Dios, tan miembro de la Filiación como yo. ¿Cómo iba a condenarlo cuando estaba listo para probar que condenar es imposible?

16. Cuando leas las enseñanzas de los Apóstoles, recuerda que les dije que había muchas cosas que ellos no entenderían hasta más tarde porque en aquel entonces aún no estaban completamente listos para seguirme. No quiero que dejes que se infiltre ningún vestigio de miedo en el sistema de pensamiento hacia el que te estoy guiando. No ando en busca de mártires sino de maestros. Nadie es castigado por sus pecados, y los Hijos de Dios no son pecadores. Cualquier concepto de castigo significa que estás proyectando la responsabilidad de la culpa sobre otro, y ello refuerza la idea de que está justificado culpar. El resultado es una lección acerca de cómo culpar, pues todo comportamiento enseña las creencias que lo motivan. La crucifixión fue el resul­tado de dos sistemas de pensamiento claramente opuestos entre sí: el símbolo perfecto del "conflicto" entre el ego y el Hijo de Dios. Este conflicto parece ser igualmente real ahora, y lo que enseña tiene que aprenderse ahora tal como se tuvo que aprender entonces.

17. Yo no necesito gratitud, pero tú necesitas desarrollar tu mer­mada capacidad de estar agradecido, o no podrás apreciar a Dios. Él no necesita que lo aprecies, pero sí. No se puede amar lo que no se aprecia, pues el miedo hace que sea imposible apreciar nada. Cuando tienes miedo de lo que eres no lo apre­cias, y, por lo tanto, lo rechazas. Como resultado de ello, enseñas rechazo.

18. El poder de los Hijos de Dios está presente todo el tiempo porque fueron creados para ser creadores. La influencia que ejercen unos sobre otros es ilimitada, y tiene que usarse para su salvación conjunta. Cada uno de ellos tiene que aprender a ense­ñar que ninguna forma de rechazo tiene sentido. La separación es la noción del rechazo. Mientras sigas enseñando esto lo segui­rás creyendo. No es así como Dios piensa, y tú tienes que pensar como Él si es que has de volver a conocerlo.

19.       Recuerda que el Espíritu Santo es el vínculo de comunicación entre Dios el Padre y Sus Hijos separados.  Si escuchases Su Voz sabrías que tú no puedes herir ni ser herido, y que son muchos los que necesitan tu bendición para poder oír esto por sí mismos. Cuando sólo percibas esa necesidad en ellos, y no respondas a ninguna otra, habrás aprendido de mí y estarás tan deseoso de compartir lo que has aprendido como lo estoy yo.



Un Curso de Milagros

No hay comentarios:

Publicar un comentario