no volver a mirar nunca más.
Bajas la vista, al recordar la promesa que les hiciste
a tus "amigos". La "belleza" del pecado, la sutil atracción
de la culpabilidad, la "santa" imagen encerada de la muerte
y el temor de la venganza del ego a quien le juraste con sangre que no lo
abandonarías,
se alzan todos, y te ruegan que no levantes la mirada.
Pues te das cuenta de que si miras ahí y permites que
el velo se descorra, ellos desaparecerán para siempre.
Todos tus "amigos", tus "protectores" y tu "hogar" se desvanecerían.
No recordarías nada de lo que ahora recuerdas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario