jueves, 23 de agosto de 2012
La alternativa a la proyección - Un Curso de Milagros
Cualquier división en la mente conlleva por fuerza
el rechazo de una parte de ella misma, y eso es lo que es la creencia en la separación. La
plenitud de Dios, que constituye Su paz, no puede ser apreciada salvo por una
mente íntegra que reconozca la plenitud de la creación de Dios. Mediante
ese reconocimiento, dicha mente conoce a su Creador. Exclusión y
separación son sinónimos, al igual que separación y disociación. Dijimos
anteriormente que la separación fue y sigue siendo un acto de disociación, y
que una vez que tiene lugar, la proyección se convierte en su defensa
principal, o, en otras palabras, el mecanismo que la mantiene vigente. La
razón de ello, no obstante, puede que no sea tan obvia como piensas.
Repudias lo que proyectas,
por lo tanto, no crees que forma parte de ti. Te excluyes a ti
mismo al juzgar que eres diferente de aquel sobre el que proyectas. Puesto
que también has juzgado contra lo que proyectas, continúas atacándolo porque
continúas manteniéndolo separado dé ti. Al hacer esto de manera
inconsciente, tratas de mantener fuera de tu conciencia el hecho de que te has
atacado a ti mismo, y así te imaginas que te has puesto a salvo.
La proyección, sin embargo,
siempre te hará daño. La proyección refuerza tu creencia de que tu
propia mente está dividida, creencia ésta cuyo único propósito es mantener
vigente la separación. La proyección no es más que un mecanismo
del ego para hacerte sentir diferente de tus hermanos y separado de ellos. El
ego justifica esto basándose en el hecho de que ello te hace parecer
"mejor" que tus hermanos, y de esta manera empaña tu igualdad con
ellos todavía más. La proyección y el ataque están inevitablemente
relacionados, ya que la proyección es siempre un medio para justificar el
ataque. Sin proyección no puede haber ira. El ego
utiliza la proyección con el solo propósito de destruir la percepción que
tienes de ti mismo y de tus hermanos. El proceso comienza
excluyendo algo que existe en ti, pero que repudias, y conduce directamente a
que te excluyas a ti mismo de tus hermanos.
Hemos aprendido, no obstante,
que hay una
alternativa a la proyección. Todas las capacidades del ego se
pueden emplear para un propósito mejor, ya que sus capacidades las dirige la
mente, que dispone de una Voz mejor. El Espíritu Santo extiende y
el ego proyecta. Del mismo modo en que los objetivos de ambos son
opuestos, así también lo son sus resultados.
El Espíritu Santo comienza
percibiendo tu perfección. Como sabe que esa perfección es algo
que todos comparten, la reconoce en otros, y así la refuerza tanto en ti como
en ellos. En vez de ira, esto suscita amor tanto en ellos como en
ti porque establece el estado de inclusión. Puesto que percibe
igualdad, el Espíritu Santo percibe en todos las mismas necesidades. Esto
invita automáticamente a la Expiación porque la Expiación es la necesidad
universal de este mundo. Percibirte a ti mismo de esta manera es la
única forma de hallar felicidad en el mundo. Eso se debe a que es
el reconocimiento de que tú no estás en este mundo, pues el mundo es un lugar
infeliz.
¿De qué otra forma puedes
encontrar dicha en un lugar desdichado, excepto dándote cuenta de que no estás
en él? Tú no puedes estar donde Dios no te ubicó, y Dios te creó
como parte de Él. Eso es al mismo tiempo donde estás y lo que eres.
Esto es algo completamente inalterable. Es inclusión
total. No puedes cambiarlo ahora ni nunca.. Es verdad
para siempre. No es una creencia, sino un Hecho. Todo
lo que Dios creó es tan verdadero como Él. La verdad de ello
radica solamente en su perfecta inclusión en Aquel que es el único que es
perfecto. Negar esto es negarte a ti mismo y negarlo a Él, puesto
que es imposible aceptar a uno sin el otro.
La perfecta igualdad que el
Espíritu Santo percibe es el reflejo de la perfecta igualdad-del
conocimiento de Dios. La percepción del ego no tiene equivalente en
Dios, pero el Espíritu Santo sigue siendo el puente entre la percepción y el
conocimiento. Al permitirte usar la percepción de forma que
refleje el conocimiento, éste finalmente podrá ser recordado. El
ego preferiría creer que es imposible que ese recuerdo alboree en tu mente, sin
embargo, es tu percepción lo que el Espíritu Santo guía. Tu
percepción acabará allí donde comenzó. Todo converge en Dios porque
todo fue creado por Él y en Él.
Dios creó a Sus
Hijos extendiendo Su Pensamiento y conservando las extensiones de Su Pensamiento
en Su Mente. Todos Sus Pensamientos están, por lo tanto,
perfectamente unidos dentro de sí mismos y entre sí. El Espíritu Santo te capacita para poder percibir esta
plenitud ahora. Dios te creó para que creases. No
puedes extender Su Reino hasta que no conozcas la plenitud de éste.
Los pensamientos se originan
en la mente del pensador, y desde ahí se extienden hacia afuera. Esto
es tan cierto del Pensamiento de Dios como del tuyo. Puesto que tu
mente está dividida, puedes percibir y también pensar. No
obstante, la percepción no puede eludir las leyes básicas de la mente. Percibes
desde tu mente y proyectas tus percepciones al exterior. Aunque la
percepción es irreal, el Espíritu Santo puede usarla provechosamente por el
.hecho de que tú la concebiste. Él puede inspirar cualquier
percepción y canalizarla hacia Dios. Esta convergencia parece
encontrarse en un futuro lejano sólo porque tu mente no está en perfecta
armonía con esta idea y, consecuentemente, no la desea ahora.
El Espíritu Santo hace uso del tiempo, pero no cree en,
él. Puesto que Él procede de Dios, usa todo para el bien, pero no
cree en lo que no es verdad. Puesto que se encuentra en tu mente,
ésta sólo puede creer lo que es verdad. El Espíritu Santo puede
hablar únicamente en favor de eso porque habla en favor de Dios. Te insta a que le devuelvas
toda tu mente a Dios, ya que en realidad tu mente nunca se separó de Él. Si
nunca se separó de Él, sólo tienes que percibirla tal como es para que retorne
a Él. Tener plena conciencia de la Expiación es, por lo tanto,
reconocer que la separación nunca tuvo lugar. El ego no
puede prevalecer contra esto porque ello es una afirmación explícita de que él
nunca existió.
El ego puede aceptar la idea de que es necesario retornar porque
puede, con gran facilidad, hacer que ello parezca difícil. Sin
embargo, el Espíritu Santo te dice que incluso el retorno es innecesario
porque lo que nunca ocurrió no puede ser difícil. Mas tú puedes hacer que la idea de retornar sea a la
vez necesaria y difícil. Con todo, está muy claro que los que son
perfectos no tienen necesidad de nada, y tú no puedes experimentar la
perfección como algo difícil de alcanzar, puesto que eso es lo que eres. Así
es como tienes que percibir las creaciones de Dios, de modo que todas tus
percepciones estén en línea con la única manera de ver del Espíritu Santo. Esta
línea es la línea directa de comunicación con Dios, y le permite a tu mente
converger con la Suya. Nada está en conflicto en esta percepción, ya que significa que toda percepción está guiada por el Espíritu Santo, cuya
Mente está fija en Dios. Sólo el Espíritu Santo puede resolver
conflictos porque sólo el Espíritu Santo está libre de conflictos. Él
percibe únicamente lo que es verdad en tu mente, y lo extiende sólo a lo que
es verdad en otras mentes.
La diferencia entre la
proyección del ego y la extensión del Espíritu Santo es muy simple. El ego proyecta para excluir, y, por lo tanto, para engañar. El Espíritu Santo extiende al reconocerse a Sí Mismo en cada mente, y de esta
manera las percibe a todas como una sola. Nada esta en conflicto en
esta percepción porque lo que el Espíritu Santo percibe es todo igual. Dondequiera
que mira se ve a Sí Mismo y, puesto que está unido, siempre ofrece el Reino en
su totalidad. Éste es el único mensaje que Dios le dio, en favor
del cual tiene que hablar porque eso es lo que Él es. La paz de
Dios reside en ese mensaje, y, por consiguiente, la paz de Dios reside en ti. La
gran paz del Reino refulge en tu mente para siempre, pero tiene que irradiar
desde ti hacia afuera para que tomes conciencia de ella.
El Espíritu Santo te fue dado con perfecta imparcialidad, y a
menos que lo reconozcas imparcialmente no podrás reconocerlo en absoluto. El
ego es legión, pero el Espíritu Santo es uno. No hay tinieblas en
ninguna parte del Reino, y tu papel sólo consiste en impedir que las tinieblas
moren en tu mente. Ésta armonía con la luz es ilimitada porque está
en armonía con la luz del mundo. Cada uno de nosotros es la luz del
mundo, y al unir nuestras mentes en esa luz proclamamos el Reino de Dios juntos
y cual uno solo.
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