martes, 28 de agosto de 2012
Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme.
Mi santidad es mi salvación
Puesto que mi santidad me absuelve de toda
culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación.
Es también reconocer la salvación del mundo.
Una vez que haya aceptado mi santidad,
nada podrá atemorizarme.
Y al no tener miedo, todos compartirán mi
entendimiento, que es el regalo que Dios me
hizo a mí y al mundo.
Lección 58 - 4 (39) - Un Curso de Milagros
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