Hoy,
el sacrificio de la encarnación llega al final
y debe permitiros encontrar ante
todo, vuestra
Unidad con el Único.
Y por eso, necesitáis aceptar que todo lo
que veis
al exterior no puede ser dicotomizado en una
noción de bien o de mal,
de bueno o de malo,
sino como el reflejo de la Unidad.
Tan penoso como pueda
ser a través de vuestros
sufrimientos pasados, a través de vuestras
experiencias, a veces dolorosas, os corresponde
comprender que todo lo que veis en el exterior
no es más que la
manifestación de vuestro interior.
Lo que pasa en tal punto del globo corresponde
a la tempestad que está en vosotros.
El acontecimiento feliz del nacimiento de un niño
al otro extremo del planeta, corresponde al
nacimiento de vuestra célula en un lugar
preciso de vuestro cuerpo.
Todo lo que es exterior debe ser devuelto al interior.
Todo lo que se ha expandido en un momento dado,
por vuestro sacrificio, en un punto que podría
ser extremadamente alejado (sea en tiempo o
en espacio) debe lo más pronto posible, ahora
y en este espacio tiempo en el que vosotros vivís
desde hace tanto tiempo, ser
devuelto a la Unidad.
Ahora, el único medio y esencial que os es dado
para volver a la Unidad es volver ya a vuestra
propia Unidad, es decir a vuestro propio centro,
hacer vuestro, todo lo que os parece exterior,
superar, transcender todo lo que os parece
exterior a vosotros, no dar peso a lo que os parezca
opuesto a la luz sino comprender un día u otro,
que lo que veis como elemento negativo
representa la exteriorización de lo que
había en vosotros.
Extraído del libro La Humanidad en Devenir
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